Fajas de entrenamiento, evolucionando al pasado
Dicen que el ser humano es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra y lo cierto es que a veces son muchas más. Este es el caso del corset, corsé, faja, sujetador de cintura o como desees llamarlo.
Su uso se remonta a la clase alta de la antigua Egipto, Grecia o Roma, sin embargo, no vuelve a ponerse de moda hasta la Europa del S.XVII donde era usado por personas de todas las clases sociales, principalmente mujeres, aunque también, algunos hombres. No todas las personas lo usaban diariamente y/o con extrema presión, pero, las que lo hacían no eran pocas y se comenzaron a relacionar diversos problemas de salud con su uso.

Se prohibieron en la época post-revolución francesa debido al trabajo de concienciación que realizó el movimiento feminista sobre la relación que había entre el corset y la presión social de conseguir un canon de belleza determinado que ponía en riesgo su salud (Jobson E. 2015).
A partir de ahí se han sucedido épocas de idas y venidas hasta llegar a nuestros días en la que las fajas actuales no se diferencian casi nada a las usadas siglos atrás.
A continuación vamos a analizar los posibles problemas que puede ocasionar. Es necesario aclarar que los mayores peligros se producen cuando el uso es prolongado y la presión es muy grande, aunque también hay perjuicios graves en un menor uso y menor presión.
ATROFIA MUSCULAR Y PÉRDIDA DE FUERZA ABDOMINAL:
La explicación es simple; si no usas un músculo este se atrofia y pierde capacidad de generar fuerza, entonces si te pones una faja, será ella la que sujete y estabilice al cuerpo, por lo que la musculatura abdominal quedará inutilizada perdiendo cada vez más funcionalidad. El ejemplo más claro es que cuando se pone escayola en un miembro y queda inmóvil por un tiempo el resultado es una evidente pérdida de musculatura y fuerza de la extremidad afectada. Esto mismo es lo que ocurre con la faja y nuestra musculatura de la zona media corporal.
NO ELIMINAN GRASA:
Una de las promesas más repetidos por los vendedores de fajas es que eliminan la grasa abdominal por el “efecto calor” en la zona, sin embargo lo que pierdes sudando NO ES GRASA. El sudor se compone de 99% agua y 1% sales y otras sustancias Mosher H. (1932) por lo que si has perdido peso será agua y lo recuperarás en cuando bebas otra vez.
El calor producido por el corset no nos ayuda a eliminar grasa sino todo lo contrario ya que impedirá que el cuerpo regule su temperatura dando mayor sensación de agobio y fatiga por lo que la sesión de entrenamiento se abandonará antes, mientras que no usando corset podremos mantener dicha actividad por más tiempo, dando lugar a un gasto energético (calórico) mayor Wikstrand et al. (2010).
No hay investigaciones que respalden el entrenamiento con fajas como una forma saludable y sostenible en el tiempo de perder peso.
ERUPCIONES, INFECCIONES Y MORATONES
El uso prolongado atrapa el sudor ocasionando erupciones en la piel que en casos más graves pueden llegar a infectarse. La presión a la que sometemos a la piel también puede dejar marcas y moratones.

FALTA DE AIRE Y DESMAYOS:
La dificultad para respirar es uno de los problemas más comunes a la hora de usar fajas, ya que, como concluye el estudio Gau C.R. (1998) el aire inspirado se reduce un 29%, lo cual puede llegar a producir desmayos que, de hecho, eran bastante comunes siglos atrás.
MALA CIRCULACIÓN:
Se ha observado una reducción de la frecuencia cardíaca para contrarrestar la presión abdominal que se produce y en estudios como Na Y. (2015) el flujo sanguíneo hacia las puntas de los dedos se reduce un 36%.
DEFORMIDAD ESTRUCTURAL:
En casos de usos prolongados pueden llegar a producir con el tiempo deformidades extremas en la estructura corporal. Entre los afectados estarán huesos, articulaciones, tendones, ligamentos… que pueden producir dolores importantes.
También hay que tener en cuenta que volver a colocar todo en su sitio será muy complicado ya que en varios casos la única posibilidad esté en la cirugía.
Hace ya más de 225 años, en 1793, el médico Von Sommerring publicó “Sobre los efectos del Corset” donde explicaba que esta prenda era un peligro para la salud al comprimir las costillas y otros elementos muy importantes como los órganos.

APLASTAMIENTO Y DESPLAZAMIENTO DE ÓRGANOS:
En la línea del punto anterior, en usos prolongados, encontramos que los órganos corporales tienen a desplazarse, buscando sitio y seguro que no es necesario explicar todos los problemas que ello puede ocasionar. Ya en el S.XIX podemos encontrar dibujos forenses e investigaciones médicas que nos explican este problema y consecuencias Cannaday C.G. (1894). El uso de fajas no ayuda a moldear el cuerpo por fuera sino que ayudan a deformarlo por dentro.
Las hernias de hiato causadas por fajas demasiado apretadas se han denominado “Síndrome de Sömmerring” en homenaje al primer médico que advirtió sobre los peligros de los cordones apretados mencionado en el punto anterior.

DAÑO UTERINO Y EMBARAZO:
Existen pruebas del uso de fajas durante el embarazo en la época Victoriana, lo cual, sin ninguna duda, repercutía en el bebé. Confío que esto ha quedado totalmente en el pasado y que en la actualidad no encontraremos casos similares, sin embargo, el desplazamiento de órganos que vimos anteriormente es posible que pueda afectar también al útero y por lo tanto dar pie a dificultades a la hora de quedarse embarazada de forma segura tanto para la madre como para el feto.
Como curiosidad, mencionar que Napoleón llamaba al corset “El asesino de la raza humana” por los múltiples problemas que se creen que ocasionaba a las mujeres para quedarse embarazadas. Como curiosidad segunda, decir que las 2 mujeres de Napoleón, utilizaban corsets.
PRESIÓN SOCIAL:
Actualmente existe un auge de cánones de belleza concretos como glúteos grandes y cintura pequeña popularizados por muchas celebridades e influencers como Nicky Minaj o las hermanas Kardashian, las cuales, por cierto, promocionan una marca de fajas de entrenamiento que ha tenido que pagar recientemente 5 millones de dólares a varias personas que compraron su producto y demandaron de forma colectiva a la empresa por falsas promesas, además, el juez prohibió que el producto se anunciase como producto “quemagrasa” ya que no existen estudios controlados que afirmen tal cosa.
Como dice la historiadora y feminista Ellen Jobson, son muchas las razones por las cuales el corset ha vuelto a popularizarse; Redes sociales, presión mediática, cánones de belleza, cosificación, desconocimiento, obsesión… Encima con un marketing adaptado al S.XXI, aprovechando el auge del cuidado de la imagen corporal y las facilidades publicitarias de las nuevas tecnologías.

Conclusiones finales
El único atajo saludable que existe a la hora de mejorar la composición corporal es seguir el camino de la ciencia. El objetivo del ser humano debe ser el progreso, conocer la historia, no cometer los mismos errores que se cometieron en el pasado. Si no puedes [email protected], existen profesionales formados y capacitados para ayudarte, mé[email protected], fisioterapeutas, [email protected] físicos, nutricionistas, psicó[email protected]… que basan su trabajo en evidencia y en progreso.
Mi consejo personal, concreto y final es que dejes los corsets donde pertenecen, al S.XVIII, donde ya no hay vuelta de hoja, que disfrutes de las ventajas de siglos de evolución del conocimiento y procures apartar la piedra para no volver a caer.
[email protected] al S.XXI.
REFERENCIAS
Cannaday C.G.(1894). The relation of tight lacing to uterine development and abdominal and pelvic diseases.
Gau, C. R. (1998). Historic medical perspectives of corseting and two physiologic studies with reenactors.
Jobson, E. (2015). Despite the Negative Perception around the Use of Corsets, Why are they Growing Increasingly Popular amongst Women in Modern Society?
Mosher H. (1932). Simultaneous study of constituents of urine and perspiration.
Na, Y. (2015). Clothing pressure and physiological responses according to boning type of non-stretchable corsets. Fibers and Polymers.
Von Sommerring (1793). Sobre los efectos del Corset.
Wikstrand, Torgerson & Bengtsson Boström (2010). Very low calorie diet followed by a randomized trial of corset treatment for obesity in primary care.